Fundación Círculo de Montevideo

Sobre la Fundación.

Julio María Sanguinetti

Presidente de la Fundación Círculo de Montevideo

Carlos Slim

Presidente Empresarial de la Fundación

Felipe Gonzalez

Vicepresidente

Natalio Botana

Vocal

Enrique Iglesias

Secretario

Isabel Vázquez D'Elía

Coordinadora General

Continúa siendo necesario un gran esfuerzo intelectual y un gran impulso político.

Hace varios años convocamos, bajo la consigna de “Los nuevos caminos de América Latina”, a un grupo de intelectuales, políticos y representantes de organismos internacionales. Los cambios que se iniciaban, tanto a nivel mundial como en la comarca latinoamericana, inevitablemente iban a incidir en la realidad local, lo que obligaba a asumir el reto de enfrentarlos con la mejor base teórica posible.

De ese primer encuentro, en la capital uruguaya, en las postrimerías de 1996, surgió el "Circulo de Montevideo", como iniciativa académica destinada a seguir analizando los problemas continentales a través de nuevos encuentros, publicaciones y reuniones de trabajo que pudieran colaborar en acciones concretas. Desde entonces ha sido una usina de reflexión a propósito de asuntos diversos que hacen al acontecer desde múltiples perspectivas: "Estado, mercado y equidad", "Inversión social", "Sociedad civil y partidos políticos", "Integración y cohesión social". Las reuniones de debate se desarrollan en diferentes países, siempre democráticos, pero, con las más diversas realidades sociales y económicas, aprovechando el aporte de nuevos integrantes e invitados especialistas en los temas de trabajo.

A partir de la filosofía democrática y liberal, se comenzaron a buscar nuevos caminos, porque era ostensible que América Latina había entrado en un momento nuevo de su historia. La globalización establecía una nueva frontera del desarrollo de la que nuestros pueblos debían ser partícipes activos.

Innegablemente no faltaban, en vísperas del tercer milenio, desafíos para la reflexión social, económica y política. La idea de democracia y el Estado de Derecho aparecían sin competencia a la vista, pero se advertía en todas partes un creciente desinterés del ciudadano, portador de anticuerpos que generaron un inocultable desencanto por la acción pública, especialmente de los partidos políticos. A este fenómeno negativo se le fueron añadiendo otras fragilidades institucionales, que llevaron a situaciones críticas, como gobernantes electos que no podían terminar su mandato o arrebatos populistas que bajo la formalidad legal violentaban su espíritu.

La economía de mercado, a su vez, también tuvo una afirmación categórica, aun más amplia geográficamente que la democracia política, porque hasta sistemas como el chino se adaptaron a ella. No obstante, esa expansión, resultó claro –a poco de andar- que las fuerzas del mercado no eran suficientes para brindar educación, salud o vivienda a los más necesitados. Se intentaba la reversión de la hipertrofia del Estado Benefactor, pero ese proceso no podía desembocar en un desmantelamiento abrupto, generador de inmanejables tensiones sociales.

Esos temas fueron abordados bajo el esbozo clarividente que ya en su tiempo había establecido Alexis de Tocqueville:

"Instruir la democracia, reanimar si es posible sus creencias, purificar sus costumbres, reglar sus movimientos, sustituir poco a poco la ciencia de los asuntos a su inexperiencia, el conocimiento de sus verdaderos intereses a sus ciegos instintos, adaptar su gobierno a los tiempos y a los lugares, modificarlos siguiendo las circunstancias y los hombres; tal es el primer deber impuesto en nuestros días a quienes dirigen la sociedad. Hace falta una ciencia política nueva para un mundo nuevo".

Seguimos entonces nuestras convocatorias bajo las consignas de "Globalización y gobernabilidad". En ellas se mantuvo como idea filosófica central la que enuncia el mismo tema de cada una de sus reuniones: "Democracia: nuevos códigos para una idea eterna", "Más allá de las ideologías, el desafío de la competitividad”, “Estructura financiera, una disciplina necesaria".

Advertimos tempranamente sobre amenazas latentes a la democracia. Luego se precipitaron los sucesos del 11 de septiembre de 2001, que produjeron tres reuniones plenarias: "Después del 11 de septiembre", "De nuevo un mundo inestable" y "El mundo después del terrorismo". Fueron temas surgidos como imperativos de la realidad, bruscos sacudones que controvertían la idea de aquel sueño de paz que pareció asomar luego de la caída del Muro de Berlín en 1989.

Pensando como Baudrillard en El Crimen Perfecto, que “dada la acumulación de pruebas no hay hipótesis más verosímil que la realidad” el análisis de estos grandes sucesos mundiales nos demostró la obsolescencia de los dogmas antiguos.

Se hizo necesario un gran esfuerzo intelectual y un vigoroso impulso político para, sin caer en nuevas concepciones dogmáticas, alumbrar los nuevos caminos que habrían de conducirnos a la consolidación de las democracias, la creación de mercados competitivos, la construcción de sociedades equitativas y cohesionadas y al reconocimiento de América Latina como un actor relevante de la nueva gobernabilidad global. Por lo tanto, el análisis del Círculo se orientó a otros temas: "Estabilidad democrática y apertura: factores imprescindibles para la América Latina del siglo XXI", "¿Cómo aprovechar la bonanza? “y "¿Estamos ante un nuevo ciclo?"

Por estas vías hemos avanzado todos estos años. A veces comparando, a veces proponiendo, en ocasiones partiendo de los desafíos de la realidad o bien construyendo ideas capaces de cambiarla. “Imaginando el contrario se arroja luz sobre la verdad de un objeto", enseñaba, Aristóteles. Y esto no es sencillo, cuando la democracia de los hombres, llena de las debilidades humanas, se confronta con su imagen teórica o cuando a la economía de mercado no sólo se le pide eficiencia y crecimiento sino también la justicia que antes se le reclamaba al Estado. De todos modos, hemos generado un pensamiento que ha sido acogido en ámbitos diversos con real interés y que pensamos debe seguir desarrollándose en ese mismo rumbo. En ese sentido, la experiencia obtenida en los veinticuatro años transcurridos desde su fundación deja en claro que el Círculo ha consagrado a sus tareas esenciales más del 90 % de los fondos que se le han confiado, generando una experiencia particularmente valiosa en la administración de proyectos académicos.

Sobre el caudal de realidades y pensamientos recogido a lo largo de estos años se continuó en la labor de acercamiento empresarios - Estado, bajo la premisa de mejoramiento de las realidades sociales. Su preocupación derivó en los encuentros: "Crisis Mundial, antes, ahora y después", "Quince años después. Un mundo en tránsito" y "Después de la globalización y la crisis ¿está claro el rumbo? Dudas y certezas".

De esa idea nació nuestro programa “Tendiendo Puentes”, una convocatoria para armonizar los diversos actores de la sociedad. Sin competitividad no hay economía vigorosa y tampoco la habrá sin seguridad jurídica.

Ella solo será realidad con una sociedad equilibrada, preservada de la amenaza de los estallidos sociales. Todo ello requiere, hoy mas que nunca, ciudadanos conscientes de sus deberes y preparados para un mundo global.

Por eso nuestro tema el año 2013 fue la educación “Educar hoy. Qué y cómo?...” y 2014 uno que viene desafiando a la democracia: “Empleo en el siglo XXI: nuevas formas”.

La revolución científica–tecnológica nos modifica permanentemente los modos de producción y ello va generando, al tiempo que avances notables, rezagos sociales y pérdida de empleos no siempre fáciles de transformar.

En el 2015 conjugamos las tres partes de un escenario cambiante, pero con actores permanentes que hacen a la realidad social: gestión política, educación y empresarios.

Nos reunimos en un ambiro educativo analizando el tercer componente de la gestión social. Nuestro tema fue “Crisis de la gobernanza de la democracia representativa” redondeando los debates y análisis que hacen a la implementación del continuo desarrollo, crecimiento competitivo con inclusión social.

Finalizamos el diseño de nuestro Índice de competitividad empresarial y en el 2016, año de celebración de nuestros 20 años de trabajo, nos abocamos a la formalización.

La consigna que nos movilizó en 2016 fue la “Inserción de América Latina en la nueva civilización” buscando debatir sobre los diversos ámbitos que ella requiere. En el 2017, hundidos en la perplejidad de que, pese al éxito de la democracia liberal y la economía de mercado, nos encontramos con fracturas, grietas, debates y hasta con fenómenos populistas que analizamos desde diversos puntos de vista.

Las migraciones, el terrorismo y otros elementos se han conjugado para ello, en medio de una revolución tecnológica que lo ha cambiado todo –los modos de producción, la riqueza, los medios de comunicación de la sociedad– y que ha generado una crisis de la democracia representativa, porque los mecanismos de representación van por otro lado.Las redes han revolucionado el relacionamiento humano generando la falsa ilusión de un ciudadano que se representa a si mismo y siente que no necesita intermediarios.

Se trata entonces de: contribuir a que la sociedad pueda incorporarse realmente a esa civilización científica y tecnológica y, a la vez, conservar aquellos principios esenciales que hacen a la vida y a los principios básicos de la democracia.La libertad sigue siendo libertad, el Estado de Derecho sigue siendo la ley y la honestidad sigue siendo honestidad.

Es imprescindible reforzar el enseñar nuestras “Responsabilidades y Derechos del ejercicio ciudadano”bajo la premisa de convivir con la realidad de que nuestra única certeza es “La certeza de la incertidumbre” y su coincidencia con “El impacto de la tecnología” en nuestras vidas.

Esta nueva realidad siempre bajo la premisa de realizar el bien del hombre, nos lleva nuevamente a encontrar los caminos a fin de, pese a la nueva moda del corto plazo preservar nuestro compromiso con “La democracia: nuestro derecho y nuestra responsabilidad” y si algo ha quedado claro es que pese a todos los cambios el largo plazo es vital para el desarrollo social y para ello la política importa.

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